Cada tanto se repite el ciclo: una personalidad acaba en el centro de las tendencias porque se ha filtrado un registro de su vida sexual, las redes explotan replicando el video o hablando de ello, y lo sucedido repercute en su vida profesional, familiar y en la opinión pública. Infinidad de celebridades han estado en el centro de estos huracanes, desde los muy globales Pamela Anderson y su entonces esposo Tommy Lee, Kim Kardashian (más de una vez), Colin Farrell, hasta estrellas más locales como la venezolana Roxana Díaz, que más de 15 años después sigue enfrentando preguntas sobre el video filtrado a los periodistas. O Santi Millán, un presentador español que mientras escribo este artículo es trending topic por un video publicado ayer mismo.
Pero en “Intimidad”, la más reciente serie de producción original española de Netflix, la protagonista de una de estas filtraciones no es una estrella de TV o de cine sino una muy bien posicionada candidata a la Alcaldía de Bilbao, Malen Zubiri. Y la serie elige ponerse del lado de las víctimas femeninas enfocándose en su condición de delito punible, y en los daños colaterales que genera esta forma imprevista de acabar en el ojo público.
Mientras la abogada y política sufre las consecuencias en su vida familiar, acoso de la prensa, de su propio partido y de algunos votantes, además de la decepción personal de suponer que su compañero en el video estuviera involucrado en la filtración, conoce a Bego, una mujer que acaba de recibir la noticia del suicidio de su hermana luego de los ataques y chantaje que sufrió por la distribución de otro video íntimo en la fábrica donde trabajaba, con la indiferencia de los directivos de la empresa.
Leire, la hija adolescente de Malen, también forma parte del combo de mujeres protagonistas de esta serie, que salpicada por la comidilla en torno al caso de su madre, acaba siendo víctima de discriminación escolar, comentarios inapropiados y amenazas con respecto a su propia intimidad. El combo lo completa la inspectora Alicia que se dedica, primero a evangelizar sobre la importancia de las denuncias, y luego a investigar y perseguir a los perpetradores de estos delitos, con todos los obstáculos de índole policial, legal, cultural, ideológica y de poder que existen en una sociedad como la bilbaína.
Especial aplauso para el storyline de Ane y Bego que alerta sobre el papel de las empresas e instituciones en su deber de garantizar que son espacios libres de acoso y violencia machista y logra una crítica bien dura al purplewashing. En una escena maravillosamente bien lograda en la que Ane va a buscar apoyo en el departamento de personal, se encuentra con una negativa despreocupada mientras vemos detrás de ella un panfleto que defiende la igualdad de género en la compañía. Pura poesía.
La serie hace de la sororidad entre mujeres una divisa: sólo estableciendo una red entre ellas conseguirán dar pasos firmes en contra de lo destructivo del machismo que transa con la intimidad femenina y saca provecho de las víctimas. Una historia poderosa con excelentes actuaciones y el mérito de producir en paralelo una campaña en español y en euskera para concientizar y motivar a que las mujeres afectadas por delitos de índole sexual sepan que no están solas, hablen de ello y busquen ayuda.
Recuerda que en Pijamada Amor Propio también estamos para prestar apoyo, sin cuestionamientos ni críticas. Son 8 episodios de 50 minutos en Netflix.