Fíjate en este panorama: Eres mujer, joven, con uno de los salarios más deseados de la industria del espectáculo, eres un ícono de la moda y tu compañero de vida es nada más y nada menos que Brad Pitt en plena década de los 90’s. En ese ínterin te corresponde hacer espacio para ser además una persona, una mujer que ama, siente y que se paraliza cada mes ante la presencia de su menstruación pues, dentro de tus deseos quizás impuestos, quizás naturales, anhelas con todas tus fuerzas poder ser mamá, pero no lo logras. ¿Qué puede pasar por tu mente?, ¿Con cuáles fantasmas te toca ahora habitar? Te dicen “egoísta”, “mujer de hielo”, “workaholic”, a la vez que estás tú frente a tu propio espejo sintiéndote un árbol sin savia, vacía, incompleta, pues a diferencia del resto del panorama de más de la mitad de la población mundial tú no eres pobre, ni negra, ni homosexual. Tienes todas las de ganar en el escenario de la estabilidad para hacer una familia, pero no puedes ser madre.
Eso fue lo que supimos estuvo batallando durante décadas, Jennifer Aniston; “Estaba tratando de quedar embarazada”, contó a la revista Allure en una reciente entrevista. “Fue un camino desafiante para mí el de hacer bebés” dijo, a la vez que señaló que en su caso se creó una “narrativa de que yo era simplemente egoísta” y que “solo me importaba mi carrera. Y Dios no quiera que una mujer tenga éxito y no tenga un hijo”, apuntó.
Según datos reseñados por la Organización Mundial de la Salud, en su web oficial entre 48 millones de parejas y 186 millones de personas tienen infertilidad en todo el mundo, resultando en importantes repercusiones negativas en la vida de las parejas. En particular, las mujeres corren un mayor riesgo de violencia, divorcio, estigmatización social, estrés emocional, depresión, ansiedad y baja autoestima.
Tradicionalmente, la infertilidad ha sido vista como una condición médica y ha sido manejada dentro del modelo médico de diagnóstico, tratamiento y cura, sin embargo, las repercusiones emocionales ante cualquier narrativa que se geste en torno a la intimidad de cualquier persona debe ser el principal factor a integrar dentro de nuestras conversaciones en lo público, pues parece más natural formar parte de conversaciones en las que el prejuicio y el ensañamiento contra las mujeres que no pueden o no quieren tener hijos, que aprender a colocar límites entre lo que queremos o no hacer parte, pues somos y seremos dueñas de nuestros cuerpos y de nuestras decisiones, especialmente de aquellas en las que decidimos batallar en silencio hasta poder hablar.
Este mensaje es para ti, vas a superar cada una de esas circunstancias que estás atravesando y aquí, afuera de la pantalla estaremos todas las que conectamos con mujeres como tú, porque nunca más estarás sola.
Foto: Camilo Rueda López