Una de las cosas más sabrosas de estar embarazada es toda la atención que se recibe.
Consentimiento puro: comida sabrosa, masajes, ropa especial, permiso para hacer muchas siestas, comprensión ante la montaña rusa de emociones … ¡Y sin reproches!
Esto cambia cuando nace el bebé.
Me causa impresión cómo a una mamá que acaba de traer una vida al mundo, solo se le pregunta “cómo está el bebé” ignorando por completo que ella también acaba de pasar por el trance de abrirse en dos para tener a su hijiti. Son pocas las personas que preguntan a una recién parida: “¿Cómo te sientes tú?”
Ese simple gesto condiciona en gran medida el puerperio. En esa fase intensa donde la mamá sigue poniendo el cuerpo, el alma y la mente para mantener -ahora ya fuera de su vientre- con vida a ese bebé, ella pasa a la sombra, toda la atención del núcleo familiar se centra en el recién nacido.
Y esto es un caldo de cultivo para agudizar el baby blues, que es esa tristeza/nostalgia después del nacimiento del bebé, que puede convertirse en una depresión posparto.
Mamá va a dedicarse en gran medida a los cuidados de su cachorro humano, altamente demandante por cierto, y ella como ser humano pasará a un plano lejano. Incluso, hay mujeres que llegan a olvidarse por completo de sí mismas manteniendo el paradigma de “mamá abnegada/sacrificada= buena mamá”
El resultado de esto es que será una mamá agotada. Extenuada. Drenada. Y un ambiente familiar pesado, sin armonía y, probablemente, un bebiti irritable.
Para manejar esta falta de atención del núcleo familiar, mamá tendrá que “maternarse” ¿Qué quiere decir esto?
Hacerse cargo de sí misma, de su mundo emocional, físico y mental con la misma vehemencia que se ocupa del cuidado de su bebiti.
Mamá tendrá que mirarse con auto-compasión; darse gracias a sí misma por todo lo que hace; darse el espacio para un ducha en paz; un café caliente; una llamada a una amiga; ponerse zarcillos; oír una canción a media mañana, dar un breve paseo así sea solo a botar la basura…
Si mamá no se atiende a sí misma primero, se le hará más difícil maternar a su cría… por esto es que dicen que una “mamá feliz es un bebé feliz”
Mate González Jaime
Copywriter | Comunicadora | Mamá de 2