Justo la semana en la que escribo este texto las redes están inundadas con una noticia: está confirmada la producción de un revival de la serie que conquistó a las mujeres del mundo entre 1998 y 2004, Sex and The City.
Sex and The City, he de decir, es en gran parte responsable de mi pasión por las series de televisión; vi la serie temporada tras temporada en varios momentos de mi vida. Me consolé entre rupturas amorosas, me vi reflejada en la torpeza de Carrie para conseguir una relación estable, me identfiqué con la Miranda que clamaba que no tenía por qué disculparse por su éxito profesional y me sentí defendida por Samantha cuando hablaba del derecho que teníamos las mujeres a tener sexo por placer y diversión y no siempre por amor. Con la cándida Charlotte, perfeccionista enfocada en conseguir al elegido para casarse, tener hijos y ser ama de casa, me costó siempre conectar, lo confieso aquí.
Sí, yo soy fan incondicional de Sex and the City y no tengo que disculparme por eso.
Pero he lidiado siempre con la acusación hacia la serie de ser una sarta de frivolidades, y que pesa también sobre muchas otras de las producciones que las sucedieron: series como Girls, The L World, Valeria, Younger, y más recientemente The Bold Type, de la cual hace poco alguien conocido me dijo que le parecía una serie “de relleno” aún cuando va de tres mujeres enfrentando asuntos como el techo de cristal, la predisposición al cáncer de mama, el sexo y las relaciones casuales, la decisión de ser o no ser madres. Pareciera que todas esos contenidos que son claramente dirigidos al público femenino, constituyen para algunos una frivolidad por defecto, una tontería que no merece mayor análisis y sí muchas críticas.
Una vez un amigo escritor me decía que “estaba bien” que me gustara, pero que siendo una mujer inteligente -según él- tenía que reconocer que era ridículo y hasta caricaturesco que una mujer de treinta tantos gastara tanto dinero en zapatos y no tuviera dónde vivir, refiriéndose al episodio en el que Carrie resulta casi desalojada de su apartamento en Manhattan. Me lo decía a mi, que por aquél entonces gastaba casi toda mi quincena en ropa y a veces llegaba a fin de mes rogando que algún trabajo freelance me completara para el alquiler o el préstamo con el que había comprado mi carro.
Y acoto: qué bueno que mi amigo escritor ‘me diera permiso’ para disfrutarla (noten el sarcasmo allí).
No siento que yo fuera una frívola irresponsable, pero sí era una mujer en sus veintes que veía como inalcanzable ser completamente independiente en lo económico o llamarse propietaria de un bien inmueble. Tenía una pobre educación financiera, como la mayoría de las mujeres de mi generación, aún dependía de la tarjeta de crédito de mi papá para emergencias y había crecido con la idea de que proveer, ser propietario, invertir, emprender, eran haceres más asociados con la energía masculina, y creo que darnos cuenta de ello era precisamente el objetivo detrás de aquel episodio en la vida de Carrie Bradshaw.
El caso es que lo femenino a ojos de muchos intelectuales siempre se ha visto como menos importante, como vacío e infantil, y esa parece ser la razón por la que cuando hablamos de contenidos que nos reflejan y que nos apasionan, como Sex and The City, hablemos de ellos con un poco de culpa, los llamemos inclusive “guilty pleasures” o ‘chick flicks’ en el caso de referirse a películas, de esas que se supone vemos en pijama en casa solas o en el cine con amigas, pero a las que no se nos ocurre invitar o compartir con un compañero del sexo masculino.
Yo misma me he encontrado contándole a amigos varones sobre la serie que estoy viendo con algo de culpabilidad o vergüenza. Y es algo que tiene que cambiar, empezando por mí.
Pues para quienes somos conocedoras de Sex and The City, la serie fue la arena sobre la que mujeres de todo el mundo discutieron por primera vez sobre si era importante tener orgasmos o no, porque hasta entonces, ningún contenido de televisión se había atrevido a decir que a diferencia de la contraparte masculina, muchas mujeres no tenían. La serie discutió sobre cómo manejar la eyaculación precoz, la impotencia, los abortos, la infertilidad, la infidelidad de la mujer, el miedo al compromiso, entre otros temas. ¿Con humor? ¡Claro que sí!
Pero muchas series dirigidas a los hombres han tocado también temas con un humor similar y yo no escucho a nadie hablando de ellas como “guilty pleasures” masculinos (Two and a Half Men, Seinfield, The Kominsky Method, etc). Ni hablar de que en contraposición, entre los apasionados de los superhéroes masculinos hay fandoms orgullosos y con un inmenso poder de convocatoria. Por lo que creo que deberíamos revisar esa costumbre de empequeñecer, nombrar peyorativamente o sentirnos culpables por lo que es afín a lo femenino.
Y en lo particular, el regreso de Sex and the City me despierta una curiosidad que no es banal: ¿Cómo se manejará el tema de la sexualidad y el amor entre estas mujeres ya en sus 50s? ¿Cómo llevan el sexo en la menopausia? ¿Cómo es su vida en matrimonios que ya superan los 20 años? ¿Alguna de ellas estará de nuevo soltera y en el complejo mundo del dating? ¿Cómo manejan ser madres de veinteañeros y adolescentes? E incluso, ¿marcarán nuevas pautas en la moda como lo hicieron antes siendo mujeres de más de 50?
Siempre digo que hasta las historias que pareciera que sólo están ahí para hacernos reír o entretenernos con imágenes y colores bonitos, pueden hacernos pensar, y aún mejor, hablar más fuerte y claro sobre lo que tenemos que decir. Esta continuación de Sex and City además, llega en un momento post #MeToo, post revolución de los derechos LGTBIQ, en una era en la que las redes nos han permitido acceder a muchos contenidos liberadores sobre la relación con el cuerpo, la autoestima, y en la el empoderamiento y las voces femeninas han escalado otro nivel y reclaman más espacios que nunca.
Será emocionante vivir el regreso y la madurez de Sex and The City. Será un placer y confío en que no tendremos que sentirnos culpables o disculparnos por eso.
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*HBO anunció que la serie secuela de Sex and The City con el nombre “And Just Like That, comenzará producción durante el verano de 2021 y se estrenará por la plataforma HBO Max a principios de 2022.
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