Y si esta confesión me convierte en #MalaMamá… pues bien: ¡Soy culpable!
No me arrepiento. Lo seguiré haciendo.
No me remuerde la conciencia comerme el chocolate a hurtadillas, mientras mi chamo está distraído. Escondo los dulces y me los como yo sola, si es en la oscuridad y en total silencio ¡tanto mejor!
Sí, yo sé que las chucherías hacen daño. Y es que precisamente por eso se las escondo al chamo… ¡Mentira! Jajajaja
La verdad es que comer mis chocolates a oscuras, en silencio y a escondidas es mi momento. Es mi espacio de yo-con-yo. Esa tregua cotidiana en la que no existe nadie más en el mundo, mi ritual mindfulness.
No comparto mis chocolates. Son mi refugio, mi recinto sagrado donde simplemente soy Mate, no soy Mamá, Esposa, Escritora … no. Soy simplemente yo: una amante del chocolate que es capaz de no dar ni una probadita a sus propios hijos.
Que tire la primera piedra la mamá que jamás se ha escondido para comerse un dulcito.
Mate González-Jaime
Copywriter y Mamá de 2